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Verdaderas amigas - Cap. 3.- Premios y castigos.

 
Post #1


Verdaderas amigas - Cap. 3.- Premios y castigos.Norma era indudablemente quien dirigía toda la situación. Lo que decía se acataba. Estableció un juego en el que, si alguno de los chicos acertaba a contestar correctamente, tenía derecho a retirar, por propia mano, una de nuestras prendas. Las preguntas en sí eran variadas, por ejemplo, para la primera, Norma me pidió girarme y así darles la espalda a los muchachos. Ella también hizo lo mismo y, posteriormente, les preguntó cuál era el color de nuestros ojos. Esto tomó a los chicos por sorpresa, y, a pesar de sus intentos (uno para cada quien), los dos primeros fallaron.Afortunadamente, para el tercero (Pepe), las posibilidades se redujeron y así acertó al color de los míos, por pura suerte. La verdad a nadie se le había grabado este detalle. Los hombres miran primero otras cosas. Pero el azar le permitió a Pepe ser el ganador.Como de quien había adivinado era de mí, fui yo la que perdería parte de la ropa, así que Norma animó al chico para que se acercara y, mientras yo me quedaba inmóvil, él me retirara la prenda que quisiera.Me quede expectante y algo nerviosa. Cuando él se acercó, abrí los brazos instintivamente, esperando a que me retirara la blusa, pues para mí era lo más lógico. Pero, cuál fue mi sorpresa cuando, el muy ladino, se hincó ante mí y metió sus manos bajo mi falda para bajar con ellas mis pantaletas.La amplitud de mis caderas y lo pegada que estaba la falda a mi cuerpo dificultó su maniobra, sin embargo, logró retirarme la prenda. Los otros chicos lo ovacionaron por tan buena elección y le sugirieron que la olfateara. Pepe, muy obediente, se cubrió con ella boca y nariz y respiró profundo. El chico quedó extasiado. Yo, por mi parte, me reí sin poder contenerme al ver la cara que ponía.Norma me pidió que formulara la siguiente pregunta en ese juego de adivinanzas. No se me ocurrió otra cosa que preguntarles a qué nos dedicábamos. Tarde me di cuenta que sería fácil su respuesta, por lo menos a lo que a Norma se refería, pues era evidente que ella era la propietaria de ese departamento. Fue Domingo quien respondió que, sin duda, Norma vivía a costa de un marido rico y que, por tanto, no tenía necesidad de trabajar.Pensé que ella se ofendería de tal respuesta, pero no. Norma la dio por buena. Domingo no dudó en retirarle el vestido que, para su fortuna, era de una sola pieza, lo que permitió contemplar a Norma vestida ya sólo con una fina lencería de color blanco. Sus prendas incluían unos ligueros que le brindaban un toque que, hasta mí, me pareció muy sensual. Tanto el sostén como las pantaletas eran calados, y estas últimas tenían una abertura justo al frente de su sexo que permitían ver la entrada de su vagina, la cual lucía recién rasurada. Era evidente que ella se había vestido así desde el inicio de ese día, con todo y con su esposo aún en casa, preparada totalmente para la situación que estábamos viviendo.Domingo se quedó con la boca abierta al contemplar a tal belleza de mujer. A decir verdad, todos quedamos perplejos ante la hermosura de aquel cuerpo femenino, de tan buenas proporciones. No había duda de que Norma cuidaba muy bien de su físico. Y también era indudable que en ese momento ella disfrutaba el ser el centro de atención de todas las miradas en aquella habitación.Las preguntas continuaron y, una a una, nuestras prendas fueron desprendidas de nuestros cuerpos. Coreadas y aduladas por los muchachos, perdí el miedo y me sentí más segura de mí misma, más que nunca antes.Por aquellos días estábamos en los días más calurosos del año, así que Norma abrió las ventanas de par en par. Yo imaginé que existía la posibilidad de que pudieran vernos desde otro edificio, sin embargo, ahora creo que justo eso buscaba Norma. Deseaba ser observada pues, era evidente, Norma era una total exhibicionista.Con las ventanas abiertas, que nos brindaban la frescura del viento, los cinco continuamos con el juego. Ahora sí ya todos desnudos. Los chicos no dejaban de mirarnos, como si nunca antes hubieran visto a una mujer sin ropa.Para la siguiente dinámica atamos a los chicos, de pies y manos, cada uno a una silla, y les vendamos los ojos. Yo no podía adivinar qué es lo que se proponía Norma y ellos también se quedaron a la expectativa.Norma no les dijo cuál sería la recompensa esta vez, sin embargo, les explicó las características del nuevo juego y prometió que sería mucho mejor que el anterior. Expuso que ella, o yo, nos acercaríamos a cada uno de los tres y les haríamos alguna caricia. Ellos deberían adivinar de quién se trataba, pero tenían prohibido tocarnos, dejando sólo para nosotras la iniciativa de hacer cualquier clase de contacto físico. Además, en esta ocasión, habría un castigo, pues si se equivocaban Norma o yo les daríamos una buena bofetada.Norma me animó a ser la primera y no se me ocurrió otra cosa que darle un beso en los labios a Adolfo quien, por cierto, de verdad me gustaba. Éste preguntó si se trataba de Norma y ella misma me indicó que lo premiara ante tal respuesta. Mi bofetón tomó al chico por sorpresa. Éste emitió un improperio tras de lo cual los otros rieron al escucharlo. Yo también reí.Traté de hacerme a un lado, suponiendo que la siguiente sería Norma, pero ella me indicó que continuara con otro de los chicos.La siguiente víctima fue Pepe, a quien sorprendí metiéndole mi lengua en uno de sus oídos. Inmediatamente pensó que se trataba de Norma, por lo cual recibió otra de mis bofetadas.El siguiente turno le correspondió a Domingo, pero esta vez, sin problema, pudo adivinar que de mí se trataba cuando le di un beso en la mejilla. La verdad no me atraía en lo más mínimo. Norma impuso como premio que me le sentara en las piernas al chico y, con movimientos oscilatorios, le brindara una especie de baile en su regazo.Al principio no me sentí capaz. Era obvio que nunca había hecho algo así. Pero Norma me animó. Pese a mi sentir, me paré frente al chico dándole la espalda y dispuesta a sentarme en él. Con un dedo incliné el pene del muchacho a un lado, para no correr peligro de que dicho miembro se metiera por mi hendidura ?accidentalmente?. Una vez que reposé mi ser sobre los gruesos muslos de Domingo, y piel a piel nuestros cuerpos hicieron por primera vez contacto, por un momento me sentí extraña, como si yo fuera otra persona. Jamás había imaginado, ni en las más íntimas de mis fantasías, estar en una situación como esa. Mis nalgas, descubiertas de prenda alguna, descansaban en los muslos de un total desconocido. Uno que, si lo viera en la calle, jamás se me ocurriría intimar con él.Pero de repente algo raro pasó. Mi trasero se empezó a mover en círculos de manera natural. Como si mi cuerpo respondiera automáticamente a aquella situación. Mis sentaderas se batían oscilatoriamente en un meneo que puso a aquel muchachón súper caliente, y de paso a mí también. Incluso pude sentir que mi vagina se humedecía, como auto-lubricándose para lo que podía venir. Domingo también soltó un poco de líquido pre-eyaculatorio de la punta de su pene. Viscosidad que se me embarró en mis muslos, pues con ellos tenía atrapado el falo del chico.Norma me dio indicación de parar la cosa.?Ya está bien Laura, hasta ahí. Es suficiente.Me levanté, pero el muy impertinente me gritó:?¡No seas manchada! ¡No me dejes así de caliente! Tan siquiera exprímeme la reata, qué no ves que ya no aguanto ?dijo Domingo, quien atado a la silla se movía convulsivamente (acongojado, pensé, de seguro por no poder eyacular y así desahogarse).Norma se le acercó y con voz autoritaria espetó:?¡Éste es mi juego! Y yo soy quien impone las reglas, así que guarda silencio y date por satisfecho ?le expresó con total dominio.Tras lo dicho, ella me sonrió. Era indudable que gozaba sentirse con el poder de dar o negar placer a cualquiera de esos pobres muchachos.Norma fue la siguiente en brindar una caricia a uno de los chicos, esta vez fue Pepe quien, pasivo, recibió un beso de Norma, pero éste fue justo en la mera puntita del pene. Claro que yo no hubiera hecho algo así. «¿O sí?», para ese momento yo misma me lo preguntaba.Al verla realizar dicha acción, pensé: «De seguro que adivina». Y en efecto, el afortunado muchacho adivinó de quién se trataba. Norma se dispuso a presentar su recompensa. Se puso de espaldas al muchacho con las nalgas justo frente a su rostro.Creí que se sentaría en las piernas del chico, tal como yo lo había hecho, pero no.Norma lo tomó de los cabellos y lo estampó contra sus nalgas. La hendidura atrapó inmediatamente su nariz. Los gajos de carne eran notablemente más grandes que las mejillas del joven, e incluso que toda la cara del indefenso. Quedó así a merced de los rítmicos y rápidos movimientos que inició Norma. Ella batió el trasero como si estuviera bailando sin soltar la cabeza de Pepe.Yo no sabía si eso era un premio o un castigo. Norma tenía una expresión de lujuriosa insaciable en la cara, que mantuvo durante toda la serie de premios y castigos que prosiguió.Cuando aquella etapa llegó a su culmen, los tres chicos, aun atados a las sillas, parecían sufrir una cruel tortura al no poder desahogarse. Ambas los contemplamos. Mientras que para Norma aquello le provocaba un notorio éxtasis, que podía leerle en el rostro, para mí me incitó a recordar un estado similar. De alguna manera el padecer de los muchachos hizo que recordara las cosquillas que de niña me hacía mi padre. Y es que él se ensañaba y yo no podía escapar de su ataque, lo que me llevaba a un estado de éxtasis intolerable en el que las lágrimas ahogaban mis ojos. Algo así debían estar sintiendo esos tres.Los tres penes erguidos, que tenía frente a mí, se agitaban como anhelantes de ser exprimidos hasta escupir aquello que ansiaban disparar con toda su fuerza. Era evidente que los anillos les constreñían de forma innatural, evitando ya no sólo la vuelta a su estado de flacidez, sino que cualquier posible escape de su semilla. Aun así, podía ver cómo en la boquita de sus glandes escapaba un poco de líquido pre-seminal.No pude más y me arrodillé frente a Adolfo, dispuesta a liberarlo de tal suplicio. Pero Norma me detuvo.?Aguarda ?me dijo en un susurro?. Bien, ahora veremos quién es digno de penetrar en nuestra intimidad de mujer ?y esto lo dijo dirigiéndose a ellos.Lo que vino luego me pareció un tormento incluso peor que lo que ya habían padecido esos pobres adolescentes.
11-07-2022, at 12:50 PM
Alýntý
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